Por: Mar Almeida
Uno de los primeros pensamientos que se me vino a la mente después de ver Lady Bird, fue: “quisiera hacer una película como esa”, algo que no me había sucedido anteriormente con ninguna otra película. Y es que Lady Bird es una obra hermosa, no por los efectos especiales que se acostumbran tener en el cine de hoy en día, ni por los sets maravillosamente creados e iluminados; Lady Bird es una película hermosa porque su historia, sus diálogos, sus personajes y su dirección, logran crear una historia real con la que es fácil relacionarse.
Lady Bird, una película independiente y sin pretensiones, barrió con nominaciones en las ceremonias de premios y logró que Greta Gerwig sea la 5ta mujer en toda la historia de los Premios Oscar (¡90 años y sólo 5 mujeres reconocidas!) en ser nominada dentro de la categoría de Mejor Dirección. La película, al igual que la gimnasta Nadia Comăneci en los años 70, logró una hazaña al ser una de las primeras películas en recibir y mantener (por un largo tiempo) una calificación perfecta en Rotten Tomatoes, una plataforma de calificación de películas estadounidense reconocida por varios críticos de la industria, y después de verla no es de sorprenderse el porqué de dicha hazaña. Lady Bird, película dirigida y escrita por Gerwig, es la segunda película de la actriz, más conocida por su trabajo en películas de cine independiente como Frances Ha, Wiener-Dog, Greenberg, Jackie, entre otras, y no lo tomen a mal, he disfrutado mucho de la actuación de Gerwig en todas estas películas pero la dirección y escritura de Gerwig en Lady Bird se encuentran en otro nivel.
La película se desarrolla alrededor del último año de colegio de Lady Bird, una chica de clase media en una escuela católica de clase alta, ubicada en Sacramento -ciudad de la que no puede esperar para salir-. Lady Bird no calza en su escuela católica ni en Sacramento, su cabello rojo la diferencia de sus compañeras; su mamá se la pasa cuestionando su potencial porque no se viste ni actúa como ella quisiera que lo haga. Ella no es parte de los “populares” ni de los “no populares”, de hecho puede entrar y salir de ambos grupos y es capaz de burlarse del sistema al lanzarse a la presidencia estudiantil año tras año sabiendo que no va a ganar.
La dirección y la actuación del elenco se destacan en momentos sutilmente graciosos, no como aquellos de (Charles) Chaplin o Jackie Chan que gritan comedia, son más bien las miradas, los pequeños movimientos corporales de los actores y aquellos momentos inesperados (puntos de giro, requerimiento de un buen guión según los expertos) que se desarrollan sin necesidad de diálogo los que permiten que el público se deje envolver por la historia. Y son estos momentos los que enriquecen a la película, como es el caso de la Madre Superiora (Directora del colegio) que con su sabiduría es capaz de ver más allá de la apariencia de Lady Bird y ser una de las únicas personas en comprenderla.
Los personajes de la película, son tridimensionales, algo que se puede encontrar también en producciones exitosas como Game of Thrones y es que los humanos somos complejos, no somos ni A ni B, somos a veces A, B y C, dependiendo de la circunstancia en la que nos encontremos. Y es esta cualidad la que Greta Gerwig logra retratar en Lady Bird, un personaje complejo que a pesar de una actitud de “quemeimportismo” y desagrado por su ciudad de origen, miente para ser aceptada por esta misma ciudad. Sin embargo es a través de la relación que tiene con su madre donde se resalta con más detalle esta complejidad humana, puesto que durante toda la película su relación se desenvuelve en una lucha constante de poder que llega a quebrarse por la mala comunicación, malas actitudes, e incomprensión, pero pese a todo es una relación llena de mucho amor que logra reflejar la complejidad que pueden tener las relaciones.
La película se desarrolla en los años 2002-2003, una época marcada por momentos bélicos resultado de la invasión de Estados Unidos a Iraq, razón por la que en uno de los momentos más críticos para Lady Bird, uno de los personajes le habla sobre la tristeza que resulta de la guerra, pero ella después de un momento lleno de expectativa que resulta en decepción, le responde con un “no sólo la guerra tiene momentos tristes”. Y así como la canción de los (Rolling) Stones “You Can’t Always Get What You Want”, Lady Bird nos recuerda que la vida es así, llena de altos y bajos con varias tonalidades de grises, que no siempre se puede tener lo que se quiere, sino que se recibe lo inesperado y lo necesario para seguir creciendo; y que cuando se quiere algo de verdad toca meterle todo el trabajo posible, así todas las personas que te rodeen estén en desacuerdo.
Con todo esto sobre la mesa, cabe decir que si uno de los objetivos del cine es reflejar la vida misma de la manera más real posible, Lady Bird sería uno de los ejemplos perfectos para esta definición. Y espero que Greta Gerwig siga haciendo películas y que de aquí en adelante más películas como Lady Bird inspiren a que más mujeres se lancen detrás de la cámara.